A lo largo de estos años de práctica y aprendizaje, me he dado cuenta de que en muchas ocasiones surge la duda, y la pregunta, de si realmente estamos meditando cuando me siento con esa intención.
A priori parece que sí, que estoy meditando porque estoy en la postura y porque tengo la intención. Aunque todo esto no significa que realmente estemos en ese proceso. La meditación es el acto en el que tomamos conciencia de los eventos, tanto físicos como mentales, que estamos experimentando. Es decir, despertamos para ser conscientes de nuestra propia experiencia. Para ello dirigimos nuestra atención a un objeto que será aquel en el que nos centraremos durante nuestra práctica. Puede ser la respiración, las sensaciones corporales, los sonidos, los pensamientos o las emociones, o todos ellos a la vez.
Identificar algunos de los procesos que surgen habitualmente en la práctica de meditación es importante para poder conocerlos y, si es necesario, redirigirlos, para cultivar una mente fuerte, estable y equilibrada.
“La aceptación es uno de los fundamentos de la práctica de meditación, no hay nada que cambiar, podemos seguir prestando atención a la respiración hasta que mi atención vuelva a las sensaciones, por muy sutiles que estas sean”
Algunas guías que te pueden ayudar en la práctica de meditación
Estoy intentando relajarme. No hay ningún error en querer sentirnos bien, calmados y relajados. De hecho en muchas ocasiones forma parte de la práctica, aunque no es su objetivo. La relajación y la calma surgen como beneficio de la práctica no como objetivo de ella. Cuando nos sentemos a meditar lo interesante es soltar cualquier intención y dejar que la experiencia vaya aconteciendo tal y como es. Es así como abrimos el espacio necesario para dejar de luchar e intentar modificar la experiencia. Paradójicamente, es en ese momento, cuando puedo experimentar calma en mi cuerpo y en mi mente.
Estoy intentando cambiar la experiencia. Si sientes esta acción en tu práctica es posible que estés identificad@ con algún pensamiento o emoción que estés experimentando en ese momento. La práctica de meditación consiste en permanecer consciente en el momento presente, con atención, aceptación, curiosidad e interés. Cuando puedo tomar conciencia de esa lucha o resistencia para cambiar la experiencia, es cuando de nuevo estoy en el proceso de la meditación. Perderse en divagaciones no es la meditación, solo comienza cuando tomo conciencia de la divagación y vuelvo al objeto sobre le que estoy sosteniendo la práctica. Si mi objeto sobre el que sostener la atención son los pensamientos, entonces voy tomando conciencia de ellos y los voy dejando pasar, etiquetándolos si es apropiado para mí. Si me quedo atrapado en alguno de ellos, hago una pausa y permito que pueda seguir su propio proceso. En algunas ocasiones puede ser muy intenso, volver a mi respiración me permite recuperar equilibro y consciencia.
“En una mente en calma es donde podemos reconocer la verdadera naturaleza de las cosas”
Estoy buscando la solución a un problema. La palabra meditación dentro de nuestro vocabulario también se utiliza como ese proceso en el que paro a reflexionar intelectualmente sobre algún acontecimiento o problema, con el fin de poder encontrar una solución. La expresión “voy a meditar sobre ello” es justo a lo que me refiero. Si estoy tratando de comprender o encontrar una solución mi mente está activa de nuevo, intentando encontrar, buscar o averiguar, lo que generará más pensamientos, actividad o incluso agitación. En una mente en calma es donde podemos reconocer la verdadera naturaleza de las cosas. En el contexto de la práctica de meditación no realizamos una reflexión intelectual de la experiencia, sino que cultivamos la atención para poder reconocer aquello que está emergiendo. Con estados más avanzados de meditación, aunque también puede ocurrir de forma espontánea en cualquier proceso meditativo, surgen “insights” o descubrimientos que nos dan un conocimiento profundo de la realidad.
Estoy modificando, o entreteniéndome, con el objeto de atención (la respiración, los sentimientos, los pensamientos, etc.) El aburrimiento es una clase de resistencia o aversión que surge en la práctica de meditación. No sentimos agrado en la práctica, sino tal vez todo lo contrario, y buscamos cambiar esa experiencia para dirigirla allí a lo que queremos experimentar. Al querer mejorar la experiencia para que esta sea más placentera, estoy condicionándola, generando de nuevo actividad y agitación, sobre todo cuando no lo consigo. Por ejemplo, después de un tiempo meditando mi respiración se vuelve más superficial, lenta y con sensaciones más sutiles. Esto hace que mi atención tenga que refinarse un poco más para seguir notando las sensaciones, ahora más débiles. Puede aparecer el pensamiento de que no lo estoy haciendo bien o de que quiero seguir sintiendo la respiración de forma más clara, entonces empiezo a respirar de manera más profunda para sentirla más. La aceptación es uno de los fundamentos de la práctica de meditación, no hay nada que cambiar, podemos seguir prestando atención a la respiración hasta que mi atención vuelva a las sensaciones, por muy sutiles que estas sean.
Una o varias de estas experiencias pueden surgir en una sola meditación, el reconocerlas nos permite volver de nuevo al momento presente y seguir cultivando atención y conciencia. Únicamente podemos relacionarnos con aquello que reconocemos, y esto también es válido para el desagrado. Cada vez que podemos girar nuestra mirada al desagrado estamos abriendo un nuevo espacio de conocimiento y aprendizaje, que sin duda nos ayudará a gestionar los restos y dificultades de nuestro día a día.
Poco a poco, si mantenemos una práctica constante, iremos acercándonos a la verdadera aceptación de la experiencia, donde desaparece toda lucha y resistencia, permitiéndonos estar y ser aquello que realmente es, con amabilidad, benevolencia y compasión. La frescura y claridad del momento presente.