El bienestar está de moda y paradójicamente los indicadores de ansiedad y depresión en nuestras sociedades occidentales posmodernas no dejan de subir. Hasta hace poco menos de 100 años la mera cuestión de dedicarle tiempo al bienestar carecía de sentido, pocas personas poseían la opción de cultivar el cuerpo-mente en aras de aumentar el bienestar. A la vez, el concepto de bienestar psicológico y de felicidad levanta ampollas en parte de nuestra ciudadanía catalogando ambos conceptos como naif, como siervos del sistema capitalista y cómplices del individualismo reinante.
En el ámbito científico, la psicología positiva ha sido el movimiento que ha promovido con más ahínco que el estudio empírico de la felicidad es posible y esto le ha supuesto, sobre todo en Europa, ser la diana de los que consideran la felicidad algo cercano al opio del pueblo.
La realidad de gran parte del movimiento de la Psicología Positiva, especialmente en Europa, no parece que encaje con las críticas vertidas. La mayoría de los investigadores, clínicos y otros profesionales que trabajan desde el término paraguas de la Psicología Positiva conocen el sufrimiento de primera mano, bien por sus trabajos científicos previos (p. ej. Martin Seligman dedicó gran parte de su trayectoria académica a la investigación de la depresión y su relación con la indefensión aprendida) o por su puesto de trabajo significativo en relación a los problemas y el sufrimiento humano (p. ej. Carmelo Vázquez Catedrático de Psicopatología en la Universidad Complutense de Madrid).
Por todo lo señalado hasta ahora, no acabamos de estar de acuerdo con la ambigüedad o incluso el rechazo que genera la palabra “felicidad” en según qué contextos. La felicidad ha sido motivo de estudio y de búsqueda desde la filosofía griega clásica con grandes pensadores como Sócrates, Platón, Aristóteles, Epícteto o Séneca hasta líderes espirituales y culturales contemporáneos como el Dalai Lama o Bertrand Russel tanto en Oriente como en Occidente.
En el terreno puramente científico cabe señalar que las investigaciones sobre el bienestar y la felicidad no promueven estilos de vida o conductas concretas, a lo que aspiran es a relacionar ciertos predictores (p. ej. compasión, saboreo, etc.) con el bienestar subjetivo y/o bienestar psicológico en algunos casos, y en otros casos a señalar que estos predictores funcionan como causa, en parte, de que las personas vean aumentado el bienestar. En el ámbito de las ciencias contemplativas recomendamos la obra del monje budista francés Matthieu Ricard “En defensa de la felicidad” que hace una pormenorizada aportación de lo necesario que es analizar y entender en toda su amplitud la felicidad para nuestra sociedad.
Si tienes interés en cómo un programa de entrenamiento basado en ciencias contemplativas y psicología positiva puede aumentar los niveles de felicidad en sus participantes estás invitado/a a participar en el Programa EBC Intensivo que llevaremos a cabo en Madrid los próximos días 24 de noviembre y 15 de diciembre de 2018.
Doctor en Psicología - Experto en Mindfulness y Psicología Positiva